miércoles, 28 de abril de 2010

Las estrategias guerreras de Sus Tzu y su aplicación en el Tai Chi Chuan

Sun Tzu o Sun Zi fue un estratega chino muy famoso que vivió alrededor de 557 a.C. Se hizo famoso por su libro "Las estrategias de lucha de Sun Zi" (Sun Zi Bing Fa), a menudo traducido como "El arte de la guerra", ha sido estudiado por los soldados chinos durante siglos, convirtiéndose en lectura obligada en la mayoría de las escuelas militares de todo el mundo. Aunque tiene por objeto el campo de batalla y los movimientos de tropas, es un libro perfectamente aplicable a los conflictos individuales

A continuación, extraemos algunas de las enseñanzas que nos legó este misterioso filósofo guerrero chino

Conociendo al adversario y a ti mismo, cien batallas sin derrota. Sin conocer al adversario y conociéndote a ti mismo, una victoria, una derrota. Sin conocer al adversario ni a ti mismo, todas las batallas estarán perdidas.

En un conflicto (combate marcial), si conocemos a nuestro contrincante y a nosotros mismos, seremos capaces de configurar una estrategia acorde con la situación, y ganaremos en cada ocasión. Cuando nos conocemos a nosotros mismos pero no conocemos al enemigo, entonces estaremos a merced de la suerte y sólo tendremos un cincuenta por ciento de oportunidades de ganar. Si no conocemos al enemigo ni a nosotros mismos, entonces la derrota será inevitable.

En una batalla, usa la regularidad para combinar (entablar combate), (pero usa) la sorpresa para ganar. Por eso, aquel que es bueno utilizando la sorpresa, (su estrategia) no tiene límites, como el cielo y la tierra, (su sabiduría) no está seca, (es) como un río o arroyo. El proceder de la batalla no es otra cosa que usar la regularidad y la sorpresa. El cambio entre regularidad y sorpresa (es) ilimitado. Sorpresa y regularidad crecen mutuamente, como un ciclo sin fin. ¿Quién puede ponerle límites (comprenderlo)?

La regularidad, en lo que a organización y procedimientos habituales se refiere, es el Yang. La sorpresa o el cambio es el Yin. La regularidad permite que nuestras unidades (en una clave, el despliegue de nuestros brazos y piernas en el combate) puedan combinarse y trabajar en equipo para fortalecerse. Regularidad también quiere decir que podemos elaborar rutinas y técnicas que nos permitan desarrollar y usar la máxima potencia.

Sin embargo, si siempre seguimos la mismas rutinas, nuestro adversario puede idear formas para combatirlas, por lo que debemos sorprenderle, introduciendo cambios en aquéllas, con el fin de que esté siempre en tensión y no pueda movilizar eficazmente sus fuerzas. En el entrenamiento y la lucha individual, debemos crear rutinas de secuencias, pero nunca estar atados a ellas. Debemos emplear la repetición para que el contrincante espere que ésta se produzca de nuevo, pero entonces debemos cambiar para sorprenderlo y así derrotarle. Si somos capaces de combinar regularidad y sorpresa (que puede ser sustancial e insustancial, lleno y vacío) con habilidad, podremos responder a las acciones de nuestro adversario con una variedad ilimitada de acciones.

Por eso, al usar soldados, la forma definitiva es no tener forma. Si no hay forma, es como un profundo torrente de montaña que no puede ser sondeado, y (ni siquiera) un sabio puede idear una estrategia (contra ti). Todo el mundo (cree que) entiende como consigo las victorias por la forma (que ve), pero nadie sabe la forma de cómo consigo las victorias realmente. Por eso (yo) no repito (mis) victorias, y (mi) respuesta a las formas (situaciones) es ilimitada.

Cuando luchamos, la estrategia definitiva es que parezca que no tenemos estrategia. Si el contrincante no sabe cuál es nuestra estrategia, o si parece que no la tenemos, no será capaz de idear una estrategia contra nosotros. Si el enemigo cree que nos conoce bien, será capaz de trazar una buena estrategia y parecerá que nos va venciendo. Sin embargo, como nuestra estrategia no tiene forma, habrá basado sus acciones en una ilusión, y acabará siendo derrotado. Cuando atacamos, él cree que sabe nuestro plan (nuestra forma), y puede contraatacar. Pero se trata sólo de un amago para hacer que se descubra y actúe. Una vez que sus planes han tomado forma, nosotros basamos nuestra estrategia en esa forma y actuamos en consecuencia. Como nuestra estrategia no está atada a ninguna forma en especial, puede experimentar infinitas variaciones y nunca repetirse

En conclusión, los soldados (las estrategias) son como el agua. La forma (naturaleza) del agua (es) huir de lo alto y fluir hacia lo bajo. La forma (correcta disposición) de los soldados (es) evitar lo sustancial y atacar lo insustancial. El agua llega a convertirse en un arroyo debido a la forma del suelo; los soldados obtienen la victoria respondiendo a (la forma de) el enemigo. Por eso los soldados no tienen un estatus (postura, disposición) fijo, y el agua no tiene una forma fija. (Ser) capaz de cambiar según la estrategia del enemigo y ganar la batalla es a lo que se llama Shen (Iluminación Espiritual).

El agua evita las alturas y fluye hacia lo bajo. Al dirigir soldados o al luchar, debemos evitar lo sustancial (puntos fuertes) y atacar lo insustancial (puntos débiles). Al igual que el agua puede convertirse en una poderosa corriente siguiendo la forma de la tierra, los soldados también pueden convertirse en una potente fuerza de ataque respondiendo a la forma del enemigo y correspondiéndose con ella. Basar nuestra estrategia en la del enemigo es el camino de la victoria, y está considerado como la Iluminación Espiritual. En Tai Chi Chuan esto se llama renunciar a uno mismo y seguir al adversario. Si no nos resistimos al contrincante y nos pegamos a él dondequiera que se mueva, nunca será capaz de encontrarnos y atacarnos eficazmente, y nosotros siempre sabremos donde está y cuál es su trama. Por eso podremos vencerlo con certeza.

Thomas Cleary, autor de una de las versiones más conocidas de esta sublime obra de la estrategia, nos dice: "Como estudio de las anatomía de las organizaciones en conflicto, El arte de la guerra puede aplicarse a las rivalidades y conflictos en general, en todos los niveles de las relaciones, desde el nivel interpersonal hasta el internacional. Su objetivo es la invencibilidad, la victoria sin batalla, y la fortaleza inexpugnable mediante la comprensión de los aspectos físicos, políticos y psicológicos del conflicto". Es una buena muestra de la paradoja taoísta: El arte de la guerra, posiblemente, se opone a la guerra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario